16 Jan
16Jan

El Pueblo grita, o en su defecto, habla a voces. Vocifera, vaya. Habla con la boca abierta mientras come, desde primera hora. Expulsa trozos de pan. Me gustaría ser Pueblo, pero no lo soy, maldita sea. Cuánta aridez. Cuánta irritación. Cuánta dureza. Soy una lamentable damisela, cual mi amiga Virgy, la de la casa de campo, la que me invita a visitarla, allí en la campiña, donde pasa temporadas con su hierático marido, Leo.


No soy Pueblo, asco de vida, y me tengo que conformar con reírle las gracias a Virgy, que me estudia y observa, lacónica, misteriosa, estirada e insoportable.¿Por qué coño voy, entonces? Por aburrimiento, por hastío vital, y porque me excita saber con certeza que Virgy va a buscar la Salida Razonable; sé que observa cada día esa puerta entreabierta. Yo cuento con ventaja, yo sí sé cómo terminará el recorrido vital de Virgy, puedo adelantarme a sus reacciones emocionales. No puedo, sin embargo, cambiar el final de Virgy. Ni advertir al huraño Leo.



Leo desconfía de mi, y hace bien, creo. Me saluda fríamente. El siempre te protege, Virgy, y te aparta de la vida social que tú anhelas: “no le viene bien a su estado de ánimo”, replica lánguidamente. Y tú, todavía más lánguida, callas, otorgas, concedes. Le temes, le odias, le desprecias, Virgy...¿Os habéis besado ya? No pregunto por más intimidades porque lo imagino. Eres la persona más asexual que he conocido nunca, pero cada uno es como es. Yo con Leo tampoco tendría ganas, la verdad. Ahondando en tu persona, entiendo que eres intensamente elitista, esnob radical, y no tienes nada de feminista. Me doy cuenta de la manera en que te te fijas en las safistas, como tú las denominas; las miras de pies a cabeza, te relames, tus pupilas se dilatan...Para mi que eres safista. Para mi que Leo también lo sabe. A pesar de mi afectuoso desprecio por tu intelectualidad prepotente, me invitas una y otra vez a tu casa de campo.  


Aborrezco ese perrazo que tienes, que me olisquea con la misma desconfianza que Leo. Le pego una patadita amistosa para que entienda que no me gustan sus fauces cerca de mi. Me refiero al perro, no a Leo. Te empeñas en pasear, Virgy, después de ese té sabrosón que preparan tus sirvientes, como te gusta llamarlos a ti. Me das un poquito de asquete cuando sorbes de esa manera el contenido de tu ridícula tazita, y adivino los dientes falsos cuando abres la boca. Ya en el paseo, Leo se queda hábilmente rezagado, tonteando con el perro. Me evita. ¿No te interesa mu conversación? Si solo doy respuestas monosilábicas...


Tu querida mujercita, Leo, me habla cansinamente de libros, más libros, de este escritor, del otro, que si la imprenta, el ruido que hace...dejando entrever lo insegura que es y lo que anhela, lo que desea, lo que implora con la mirada una crítica buena, para que su autoestima se recomponga. Te oigo educadamente, resoplando en ocasiones ante lo vacuo y estúpido de tu ser, pensando en cómo poner tenso a Leo. Ya sé, me contaron que le irrita que la gente orine en el campo, así que me voy tras unos matorrales y me alivio con sorna y regocijo. Me entretengo escurriendo adrede. Jódete, capullo intelectualoide, que te oigo murmurar y refunfuñar. Y a propósito, Leo, deja ya el mono, por Dios, por tu Dios judío. ¿Qué carajo haces paseándote por Europa con un mono sobre el hombro, mientras conduces?

Me intrigas mucho Virgy, porque sé que cualquier día te vas a ir. Ahora mismo, por ejemplo, puedes estar pensando en piedras y ríos...¿Me equivoco?No vas a avisar. Yo siempre he sospechado de tus largos paseos, donde tus pensamientos se llenaban de manera obsesiva de calles sin salida. Creo que te intrigo en este sentido, y que ello constituye el único motivo por el que me llamas. ¿Quieres consejo? Yo no tengo piedras en mi bolsillo, pero tengo grandes ideas, inspiradas en los grandes clásicos. Hablemos Virgy, platiquemos sin tapujos de nuestras esperanzas, amiga.

Amiga mía, he de decirte algo de lo que acabo de enterarme: Vincent ha muerto. Tú lo sabías ya, lo sé, pero he de corregir tus suposiciones al respecto de la causa. No se ha pegado un tiro. Le han pegado un tiro. Un gamberro que veranea por esos lares, en un presumible accidente, ha acabado con su vida. Vincent nunca fue como tú o como yo. De su desastrosa vida, lo que me ha quedado claro ha sido que nunca quiso atravesar La Puerta. Así que deja de admirarle en ese sentido. Admira otros aspectos de su biografía, si quieres, pero para Eso, era muy terco, lo tenía muy claro. Si quieres, analiza las relaciones amor/odio con su hermano, como a ti te ha pasado siempre con Vane. Los dos habéis sido muy hijos de puta con vuestros hermanos, la verdad. Solo tiene que pasarte por el sur de Francia, y entre la maleza, verás esas dos lápidas conjuntas. Ici repose. ¿Pudiste igualar tú esa funesta tendencia?

Y desde luego, para vida dura, marginada, sombría y tenebrosa, la de Vincent. La tuya no tiene nada que ver. Tú has vivido más, Virgy, y no digo que no hayas sufrido. Pero insisto en el concepto de elitismo y esnobismo llevado a sus máximas expresiones en tu biografía. 

¿Te cuento cómo atisbo yo en la intimidad de los otros? ¿De verdad quieres que te lo cuente? Entras de madrugada en cualquier domicilio, y desde el primero momento quieres saber detalles peligrosamente íntimos. Y lo pregunto sin miramiento ninguno, de manera directa, mordiéndome los carrillos de las mejillas si hace falta. Pero lo pregunto. Y sostengo miradas compungidas y esquivas.  Y me da igual, porque sé que ha de hacerse así. Y contemplo las habitaciones de las casas, ese salón desordenado, esa cocina sin recoger, ese cuarto oscuro. Y abro cajones y armarios. Y levato almohadas. Y busco en los bolsillos. Contigo hubiera hecho lo mismo, pero elegiste el río. Te lo compro.

Nos sostenemos la mirada y ambos lo vemos claro. Los tuyo serán las voces que tanto incordian...Lo mío llega por otros derroteros. Pero ambos arribamos a la misma puerta de salida. De toda tu vida, el grosor de tus días lo voy aprehendiendo con pequeños sorbos, cayendo en la cuenta, mientras chapoteo con mujeres eslavas, de que lo más provechoso sería seguir interactuando contigo en un presente continuo. Y es que somos de usar y tirar, y ambos miramos hacia atrás, y hay gente preparada para entrar en este mundo, mientras tú y yo vemos cómo nuestra fila particular va quedando vacía con el paso de las semanas, meses, años.



Al alba.


https://www.youtube.com/watch?v=2taGApKezNI

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO