El del Reflejo (Stichwort)
Te he dejado mi rastro, bien marcado y señalado, para que me huelas y me persigas hasta mi guarida, si eres capaz de encontrarla. No dudé inicialmente en hacerlo, pero al instante de realizarlo, las dudas me atormentaron. Rastro grabado con sangre y tenue esperanza. Acto seguido, me pregunté por el del Reflejo. No quiero que esté cerca, observando, no quiero que me vigile. Camino esquivándolo, porque me sé de memoria sus intenciones, sus pasos y sus apariciones.
La noche es profundamente desoladora, hoy, que hemos abandonado por siempre noviembre y su lluvia, en la que me he sumergido como nunca cual manantial proveniente del infinito celestial, en más de una tarde de hastío. He notado su frialdad afectuosa y reparadora, activando mi apocamiento. Solo cuando me introducía en el espesor de ese agua otoñal, sentía que estaba a salvo, y no quería dejar de sentir su húmedo contacto por mucho que me empapara de infelicidad. Nunca la había anhelado de esta manera.
Después de verte llorar a borbotones, de pie, ahí mismo frente a mi, posición impertérrita la mía, me mirabas riendo, conservando yo mi sempiterno estado de ofuscación e ignorancia. Te ofrecí la ventana abierta para que el aire fresco te purificara, situándome prudentemente lejano a ti, de lado, contemplando tú el acompasado mediodía regado de melancolía de noviembre. Siempre me das dos besos, al marcharte; esta vez nunca volverás, los dos lo sabíamos antes y después del encuentro, y yo solo fui capaz de ofrecer una educada y protocolaria despedida, formal, ligeramente cálida, desde mi atalaya emocional.
Entre oscuridades y miedos, el del Reflejo aparece siempre que yo me asomo, y no lo quiero ver. Aléjate de mi, alter ego de los sentidos, imagen equivocada, reflejo pusilánime, lluvia de agrias lágrimas. Nunca ha podido decirse con certeza lo que sois en vuestra esencia: cuando pesadamente se hunden las nieblas...
El demonio pasa cerca; me tienta, lo reconozco con pavor y excitación juvenil, pero hago descender las persianas de mis horizontes más inmediatos y cierro con llave mi puerta más interior; es entonces, sin que aparezca El del Reflejo, en el espacio tridimensional virtual en el que me relajo, cuando dejo fluir al diablo, en forma de ruines pensamientos, sin duda albergados en lo más profundo de mi, retroalimentados en mis cloacas, que sé que siempre han existido.
Lo más extraño es que al mismo tiempo aparecen conductas reflexivas y pensamientos templados, ¡oh espíritu mío logrando un equilibrio extraño y bizarro!; dos polos enfrentados que no lo están tanto, están más bien complementándose, sin querer luchar ni batirse en duelo. No quiero un ganador, quiero una tregua de ambas posiciones, y alguien que vele- yo mismo- por esa lucha amistosamente bélica y conformista; que se mantengan luchando por siempre ambos, que coexistan y se autoengañen ambos en una paz ficticia, en una guerra pactada y estéril.
Pero esta noche no acaba, como tú bien sabes. Y nos cruzamos la otra mañana mirándonos como coprotagonistas de aquello que nunca sucedió, que está en otra dimensión, y en tu mirada percibí algo parecido a la sospecha de una vivencia en ese universo paralelo...Reparé con disimulo en la perfección de tu bíceps femoral, como no, y en esos ángulos mandibulares simétricos y rectos. Sacudí fuertemente la cabeza para alejar este mar de inverosimilitudes.
Esta noche no acaba, y desde ese universo lejano y cercano huelo tu respirar y tu sollozar; es un olor de otro mundo, de paralelismos forzados que casi son perpendicularidades, pero me es igual; necesito aprehender ese olor como necesitaba bañarme en la lluvia, para, así, alejar los malos espíritus a los que me voy arrimando por mi tibieza espiritual.
Y al mismo tiempo que percibo ese olor, igual que tú percibes el mío, dejo que tus lágrimas se escapen sin reaccionar. Oigo a lo lejos la música que me turba, y vira hacia la poesía el sentido de las palabras, ahora precisamente que el trueno ha sonado a lo lejos...Y tú me miras suplicando una respuesta que yo no tengo...
Déjate llevar esta noche infinita, apura el cierre de tu rebeca verde, cúbrete bien y protégete de todos tus miedos pues aunque la noche sea lluviosa y tormentosa, sabes que he de irme en algún momento...Esta noche no acaba, ya te he contado todas mis batallas personales donde tú eres la protagonista sin saber encajar aún las piezas...Mi lenguaje es poco concreto pero versa sobre temas muy cercanos a ti...La noche no acaba, y siento tu cuerpo junto al mío, cuando llevaba años sintiéndolo muy lejano...
Tu aliento está muy cerca del mío, en esta noche que nunca acaba, que yo retengo, que yo contemplo desde distintas miradas del presente, y a donde tú te atreviste a mirar la última vez que coincidimos...Tus lágrimas ya humedecen mis mejillas, y sigo sin reaccionar, aunque no paro de hablar, de divagar, de relajarte con suaves palabras...Esta noche no acaba, ni tú ni yo queremos que acabe y por eso está dando vueltas una y otra vez por diversas dimensiones. ¿Acaso eres tú la que mantiene esta ilusión?
La otra noche volví a colocarme ante la multitud, extática, en un silencio inicialmente desconcertante...Me subí a lo alto y elevé mi voz...Todos callaban, todos escuchaban y no había vuelta atrás....¿Aplausos y gritos? Los hubo, y vítores que hacía tiempo no oía...El radar nunca ha sido capaz de detectarme, nadie nunca probó contarme algo bonito o alentador...Doy lecciones magistrales de mediocridad y silbo tonos melódicos grises, a pesar de mis anhelos de grandeza.
Hablando conmigo mismo, esta noche que no acaba, para intentar salir de este juego endemoniado, pero ni yo mismo quiero salir de aquí; quiero permanecer para la eternidad en esta noche que no acaba, tendido junto a ti, sintiendo tu existencia paralela a la mía. Sin preguntas, sin respuestas, sin palabras ni pensamientos...Tendidos en silencio en un espacio que no es físico, flotando a la deriva en los paralelismos ilusorios, inclinándonos hacia el infinito, donde no existan dimensiones adyacentes ni cuadraturas de círculos...Solo tú mismo, contigo.
