03 May
03May

Te conocí con 15 años; nos presentó mi vecino, el vecino rockero, mucho más docto en cuestiones re-creativas que yo, no en vano, llegó a ser "alguien" a principios de los 90. A él le sobraban aptitudes y actitudes sociales, y me mostraba generoso conductas de adaptación en esos páramos por donde solía caminar. Yo nunca encontré aliento, a pesar de sus enseñanzas,  en esas arenas pantanosas. Pero gracias a este vecino, te conocí. Y la conversación resultante inicial fue sobre el vecino, lógicamente. Quizá imitaba demasiado a Keith Richards, decíamos los dos; pero era solo una opinión, y nunca me atreví a decírselo a la cara, te confesaba.

Desde el primer vistazo, me pareciste atractiva y sensual,y ese abrazo que nos dimos al inicio de la presentación mutua ha vuelto a mi en forma de recuerdo  lejano y emotivo. Abrazabas muy bien. De manera prolongada. Me preguntaba entonces si esos abrazos eran cosa propia y habitual de aquellos parajes noctámbulos o te pertenecían exclusivamente a ti. Darling and now I see what one embrace can do.

De pura timidez, no supe arrancarte inicialmente sensaciones positivas hacia mí, pero no desistí en el empeño de conocerte mejor y aprendimos a apreciarnos, entre silencios incómodos e introspecciones duraderas. Me callaba muchas cosas y te hablaba de trivialidades, de mundos que no eran míos,  que no me pertenecían, pero que no sonaban mal en ese contexto. Te gustaban esos mundos, de hecho. Además,  estaba en fase de aprendizaje contigo. Pensé con arrogancia que por qué no podría vivir en tu mundo.

Con el paso de los años, el contacto fue más frecuente e intenso, y llegamos a intimar de manera preocupante, o eso era lo que yo pensaba en aquellos tiempos. Y lo pensaba porque te expresaba mi naturaleza interior sin filtros ni miedos, sin querer ser entendido, solo escuchado. Conociste lo peor de mi. Me preocupaba. Pero me conociste. 

Y me viste agresivo, y me viste apagado. Y me oíste eufórico, y me oíste irritado. Y me sentiste jovial y me sentiste abrumado. Yo acariciaba tu cuerpo y tú acariciabas mis mejillas. Supiste que tendía a susurrar lejanas palabras de amor, esbozadas en mi imaginación, que no llegaban nunca a nada. Háblame suavemente, hay algo en tu mirada. Siempre abrazado a ti, little darling. Era la edad, el contexto en el que nos movíamos  y la necesidad de compañía. Era nuestro momento, nuestra etapa vital común. Ambos teníamos deseos de cariño. 

Yo también oía tus lamentos agudos desafinados, como si no te atrevieras a explorar otras  regiones y espacios.  Yo también me percataba de tus desafiantes sueños, de tus momentos de silencios,que no eran momentos, ya eran océanos de pequeños momentos eternos, y de tus fases de estruendo. Así fue hasta los 30, cuando las circunstancias nos separaron. Nos olvidamos el uno al otro, una vez la vida viró con la estampida voraz de la realidad. La franca realidad. 


Una década después,  empujados por deseos de crecimiento y calma , nos volvimos a encontrar. Desde la sorpresa y la emoción, reanudamos nuestras conversaciones, al principio con cautela y recelo,  para posteriormente abrir nuestros universos destemplados, en un flujo recíproco de sentimientos bárbaro, como nunca habíamos desarrollado. Eramos más maduros, más versátiles y más atrevidos.  Desde esa versatilidad de espíritu, recorrimos senderos de amistad gloriosa que se perpetuaban entre sones de irracionalidad y caprichos. Lo irracional era abrazarte. El capricho era sostenible por los dos, anhelado desde nuestras ansias de inmortalidad. Y de esta manera llegamos a alcanzar la cima, en atardeceres  y anocheceres de inmensa complicidad y belleza,  así como también, en suaves y nocturnos amaneceres. Dame un susurro,  dame un suspiro.   

Cuando te oía, o cuando estaba contigo, me dabas equilibrio, me sujetabas en esa suerte de funambulismo que practicaba casi a diario en este ejercicio absurdo que supone vivir. Además, supimos encontrar una frecuencia de encuentros razonable, la justa y necesaria para nuestros corazones. Yo sabía que tú estabas siempre ahí, y tú sabías que yo estaba de manera perenne aquí. 

La ira,la rabia y la furia de la juventud no se fueron nunca del todo. Simplemente, aprendimos a encauzarlas mejor , con sabiduría y aplomo, sabiendo crear templos de meditación mutuos e imaginarios, donde esas desafecciones se transformaban  en conocimiento y pausa.

Y ahora te has ido, ya para siempre. Y te has llevado los abrazos contigo. Y las lágrimas y las risas. Y las palabras. Espero superar el vacío de tu sonora ausencia. No ha habido despedida.  Nadie esperaba esta ruina. No sé si es mejor o peor   pero siempre he pensado que cuanto más rápido suceda todo,  mejor.  No hacen falta las despedidas. Son absurdas y cargadas de falsedad.  El sesgo de la fatalidad estaría presente. ¿Qué nos hubiéramos dicho? 

Al carajo,  al carajo con todo. I'm wearing my heart like a crown
Pretending that you're still around.
 

La vida sin ti, qué raro suena. Desde que no te tengo no soy el mismo. No encuentro el acorde que describa cómo me siento. Ni lo encontraré jamás. Me he vuelto un alexitímico musical. Joder,  cómo te voy a echar de menos. Lánzame un beso antes de decirme adiós. Because you held me tight ¿A quién abrazo yo ahora?


https://www.youtube.com/watch?v=T8GZ_W5XjW0


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