14 Jan

A lo largo de mi vida he ido poco a gimnasios. En los últimos tiempos sí los he frecuentado más, aunque también estoy más cascado (efecto secundario paradójico de estos lugares o el paso del tiempo, sin más). 

He cogido cierta experiencia en personajes que pululan por estos lugares de amor al cuerpo, aunque es verdad que la variedad y la originalidad de los hallazgos dependen del tipo de centro deportivo al que acudas. Si vas a uno pequeño, propio de barrio, como los primeros a los que acudí antes de la llegada del gigante que existe ahora, la cercanía con los colegas de entreno es auténtica, de hermanos de sangre. 

Hoy me centraré en este sub tipo de personajes de gimnasio de barrio. Muy básicamente hay dos grupos. El primer grupo a mencionar (grupo A, mi favorito; han servido de inspiradores para el post) suelen llegar en grupos de dos, están fuertes y gozan de ello, quieren además que todos se lo digan. Nada más entran por la puerta se quitan la sudadera y enseñan músculo. Saludan al dueño del lugar, que suele ser su colega de la infancia o de la adolescencia, bromean sobre mujeres y empiezan a hablar muy serios al respecto de los dos grupos musculares que tienen que trabajar: "Hoy, pessho y trísse....No cabesa, yo prefiero esparda y bisse..." Hasta que se ponen de acuerdo muy gozosamente, entre abrazos incluso. 

Recuerdo uno de mis primeros días, infeliz uno e ingenuo e ignorante; uno de estos personajes me miraba incesantemente durante más de media hora, fijamente, con una mueca de temor y aberración mientras sudaba con los "bíse", y cuando ya no pudo más (yo bien acojonado), se me acercó y me soltó: ¡¡esparda y pessho a la vez no!!! Y se fue, sin más. Se lo agradecí, pero yo creo que él era el que se quedó más aliviado.

Con el tiempo me metía en sus conversaciones de manera disimulada, y comprendía su mundo y sus necesidades. Eran muchos de ellos guardias de seguridad de discotecas nocturnas, y hablaban de sus historias profesionales. Pero mis preferidos eran los boys, ese tipo de profesionales de la noche que se desnudan en despedidas de solteras. Y hablaban de hasta donde se depilaban ("hasta el bujerito"), de las espumas que usaban para rociarse en sus partes nobles...Eran los que tenían las conversaciones más amenas. Hablaban de novias inverosímiles, que trabajaban como strippers con dimensiones lésbicas ("pero a mi me da igual porque yo sé que no es lesbiana") y se llevaban algunos a sus parejas para trabajar juntos la musculatura, ofreciendo una imagen de esplendor físico artificial, tatuajes inauditos y diálogos centrados en la aplicación correcta de su rutina de ejercicios.

Solían "entrenar" en grupos de dos, y de esos dos, siempre había una voz cantante que dirigía los ejercicios, que se cabreaba si el compi atendía llamadas al móvil ("¡cuando se entrena no se coge el teléfono, coño!, exclamaba iracundo a los de alrededor mientras su colega salía fuera para hablar); también eran muy quisquillosos con la pertenencia del aparato concreto que cogían, de tal manera que podían copar perfectamente durante más de 40 minutos "su" aparato y pobre del que osara a querer meterse a hacer algún ejercicio en el mismo: el líder de la pareja te soltaba con las venas del cuello encendidas un argumento acerca de la imposibilidad de tu planteamiento, y tú lo veías al nota, tan "petao", tan sudoroso, con esa mirada endorfinada y proteinizada ....¡qué ibas a hacer, coño!, pues largarte sin más. Con el cuerpecillo que tiene uno...

Este grupo A era el dominador del espacio del gimnasio, y tenías que apartarte cuando llegaban por tu camino, hacia ti, o cuando ellos veían interrumpidos anhelos narcisos inmediatos. Ello ocurría principalmente cuando se miraban en los numerosos espejos del recinto; no debías osar  interrumpir el reflejo de su imagen, de tal manera que si no estabas atento, enseguida notabas unos ojos reclamando justicias y derechos tácitos, pertenecientes al exclusivo mundo del grupo A. ¡Tú eras el raro! ¡Tú no perteneces a este sitio, capullo! ¡Me gustaría ser tan especial como Tú!


Frente a este tipo de personaje, encontraba al otro grupo, me meto yo aquí (grupo B), de gente incipientemente pureta, desgastadillos ya, que intentaban con dignidad sobrellevar los sudores y la desgana. Este especimen singular solía ir solo o con algún vecino, tenía mucha prisa en volver (esa pareja amenazante y demás obligaciones), y acababan más cansados que los otros. No había músculos ni espumitas ni novias que enseñaran pechos, había cara de madrugones, niños en colegios o actividades extraescolares, compras en mercadona pendientes y mucha cara de sufrimiento. La indumentaria también era distinta: camisetas de publicidad barata, gratis diría yo, de promociones antiguas, de hace muchos años, calzonas cutres con pelusillas e hilos colgando y calcetines de carrefour escogidos de manera poco consciente. Y aparecían gafotas. Y alopecias en sus múltiples variedades. 


https://www.youtube.com/watch?v=fEi5pVh_lKw

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