05 Dec
05Dec

Los caminos de la muerte son numerosos y extraños. Allan Poe


Empiezo a sentir el fresco de la mañana en el rostro, aunque es verano y es una ilusión infantil pretender que la frescura se mantenga. He dudado si salir o no de ruta con la bicicleta hasta el último momento, pues me he notado más cansado los últimos días, y hasta levemente mareado. Un poco de aire puro me hará bien, me he dicho esta mañana, seguro, así que ahora me encuentro en plena etapa, saboreando efectivamente este frescor matutino. He obviado mi recorrido habitual, dirigiéndome hacia una zona más montañosa y rural, que había estado curioseando semanas atrás. Es un camino menos transitado, pero soy buen deportista y con experiencia. Y animoso. Lástima que mi acompañante de siempre no venga, no me gusta marchar solo, pero eran tantas las ganas de salir a hacer mi deporte favorito, que me he aventurado sin más reflexiones.


La mañana es límpida y preciosa, apenas hay gente por las calles. Huele a domingo. He salido bien temprano. Me animo a mí mismo pedaleando desde el inicio con energía, para entrar rápidamente en calor y sentir esa euforia tan agradable, la que hace que me haya enganchado a este deporte. Abandono en escasos minutos el trazado urbano y me voy adentrando poco a poco en caminos más agrestes, dirigiéndome hacia donde el GPS me indica. Quiero creer que me siento fuerte y despejado, en forma, y empiezo a concentrarme en la bici y en el estado del terreno, algo irregular. El camino va paulatinamente estrechándose y empinándose. Se acelera mi ritmo cardíaco, y me oigo respirar con más fuerza. Vuelven los mareos, y pienso en pararme un rato en la próxima oportunidad. Se me nubla algo la vista, pierdo el control de la bicicleta, cayendo al suelo.


------- No sé qué ha ocurrido; no me duele nada, pero sé que algo va mal y me levanto extrañado. No noto mi cuerpo sudado, tengo una sensación de ligereza, novedosa. Ya de pie busco mi móvil para saber cuánto tiempo ha pasado, pues la noción del tiempo no aparece entre mis coordenadas; no encuentro nada; me vuelvo girando sobre mis pies 180 grados y me veo a mí mismo. Me estoy viendo a mí mismo, tirado en el suelo, boca arriba, con la bici al lado. No me lo explico y la sensación que me invade es la de un mal sueño. Pero es curioso cómo no siento el latido cardíaco acelerado a pesar del esfuerzo físico realizado y de lo que estoy contemplando, del horror de lo que estoy contemplando. Es un asombro no experimentado anteriormente; me quiero ayudar a mí mismo levantando al cuerpo que yace en el camino, pero es imposible. No puedo retirar ni la bici. Es como si no pudiera siquiera sentir el tacto del manillar o de mi propio cuerpo, como si no fuera capaz de palpar nada. Me parece que estoy en otra dimensión donde comprendo lo que sucede excluyendo las vías de información que me proporcionan los sentidos. No es que esté viendo la escena con mis ojos; es como si adquiriera conocimiento de mi situación desde otra fuente, desde una naturaleza superior a mí, extraña e intrínseca a mí.


Mi mente, más allá del asombro inicial, se comporta en efecto de otra manera. ¿Es mi mente o es otra entidad? No es mi mente en puridad, no es como cuando iba hace unos minutos en la bici. Es una interconexión con algo que aún no sé descifrar. No aparecen pensamientos uno detrás de otro, no (¿son pensamientos?); no son pensamientos, son ráfagas de información cuya procedencia desconozco, que me orientan hacia una perspectiva más compleja e integral; esa información aparece desde una visión panorámica desde donde se procesa un entendimiento integral. Es como si los procesamientos mentales tuvieran otro tipo de funcionamiento, de algoritmo, y de alguna manera, me recondujeran hacia una aceptación de algo, de un cambio...¿Yo sé que he muerto? ¿Me estoy preguntando si sé que estoy muerto?¿Mi mente está programada para este momento y me está haciendo comprender que he fallecido?


Las sensaciones otrora corpóreas siguen suministrando datos llamativos; no siento el tacto de las cosas, ni el ropaje de ciclista que porto, ni dolor alguno, ni frio ni calor; sin embargo, me llega la información de que la circulación sanguínea ha empezado a detenerse. Tengo la certeza de que la sangre se ha empezado a estancar en diversas regiones de mi ¿cuerpo?, y de que las células han cesado su ritmo habitual. Soy conocedor con esa sensación inquietante de certeza de cómo se inicia el reblandecimiento del cerebro, célula a célula; del mismo modo, el hígado y el páncreas inician su degradación, también célula a célula, y la adquisición de esta realidad me llega de alguna manera, incluso con la comprensión implícita de que lo que estoy asimilando es lo que debe suceder, y punto, sin más; la secuencia natural de la materia viva y sus ciclos. No hay enajenación alguna llegados a esta línea de ruptura.
Estoy siendo testigo directo del comienzo de la descomposición de mi cuerpo, pero en otra esfera sensorial, desconocida. Es una sensación certera que no sé explicar, pero que invade cada vez más la totalidad de mi yo, en cualquiera de la forma no corpórea en la que yo mismo me encuentre. Porque sigo siendo yo, no sé cómo, es como una energía, una llama que alcanza a comprender, como si estuviera predestinado a ello, todo cuanto va sucediendo, y alcanza a saber lo que viene a continuación. ¿Qué soy yo?


La conciencia de uno mismo ha virado, es como si el yo verdadero permaneciera en forma de cuasi conciencia etérea que muestra un estatus atemporal y acorporal; la realidad arroja un punto de inflexión con tu cuerpo y con tu mente. Ya no estoy en el cuerpo, pero estoy, sigo estando ahí. ¿Ahí dónde? Además, es como si supiera perfectamente qué hacer, cómo esperar el siguiente paso, cómo ir olvidando qué suponían en tu vida el espacio y el tiempo. Más allá del espacio y del tiempo, estoy ahí. Eso es, es como estar en otra dimensión, en otro universo.


No controlo, pues, los límites espaciotemporales, pero mi cuerpo sigue yaciendo inmóvil, sin reaccionar, y nadie parece acudir en su auxilio. Pareciera que el mundo se hubiera ocultado. La sangre, al cesar en sus movimientos normales, se empieza a estancar en mi espalda y en la parte posterior de mis piernas. Se empieza a acumular en esas zonas y me sigue llegando esa certeza de mi propio cuerpo, sin estar ya en el mismo. Siento además una frialdad generalizada que nada tiene que ver con la temperatura externa ni interna, es una manta gélida que me cubre desde una distancia infinita, que me protege de alguna manera y me quiere derivar a otra situación dimensional. Asimismo, siento que toda la musculatura hace esfuerzos por contraerse; experimento una especie de salto en el vacío, desapareciendo mi cuerpo, el camino y la bicicleta, volviéndose todo oscuro. Pero aún estoy yo. Sigo siendo esa llama que flota en algún lado, sin temor, como si toda mi existencia hubiera estado esperando este momento. No sé dónde estoy, pero sé que quiero continuar lo iniciado. Es agradable, es como estar flotando en una nada relajante, sin presiones, ni miedos...Una indiferencia embriagante. Me dejo llevar hacia lo más profundo de esa nada, y me olvido de mí mismo adentrándome en algo misterioso y familiar a un mismo tiempo.


------- Soy energía, soy libre, soy algo que aún no puedo definir ni aprehender, pero con lo que me identifico, no me produce extrañeza ni pesar. Salen mensajes de mi pulsión energética, pero no son palabras, ni pensamientos...Es una conexión telepática conmigo mismo y con mi supuesto entorno en un vacío insondable, donde aparecen tres sendas paralelas que se dirigen hacia tres focos distintos. Existen en una oscuridad absoluta, tres caminos bien delimitados, y cada uno finaliza en una especie de puerta redondeada luminosa. Queda poco para que yo coja un camino de entre los tres posibles, pero a pesar de mi aparente libre albedrío, no puedo elegir una opción. Sé que me encamino hacia la senda central, junto a otras energías, otras ex existencias, supongo, con las que mentalmente conecto pero sin interactuar como tal. Estamos todos interconectados entre nosotros, y al mismo tiempo, a algo más fuerte, superior.


Me hallo en el sendero de en medio. Me han ubicado aquí, sería mejor decirlo así. En el sendero de mi izquierda hay un camino iluminado que termina en una especie de foco dorado claro, que sirve de entrada. Las energías que circulan en ese sendero son pocas, pero hay fluidez, no hay atascos, se advierte paz y calma. Percibo cómo entran en el interior de su puerta y dejo de estar en sintonía con ellos. En el sendero de mi derecha, el fluir de existencias espirituales es más denso, apreciando el foco final, de color rojo volcánico, en consonancia con el desorden que reina en este camino. Hay malestar, caos y conforme alcanzan su puerta luminosa de rojo fuego, me llegan de alguna manera tormentos y sufrimientos tras la misma, perdiendo a continuación nuestra sintonía común; no entiendo bien qué sucede en el camino de mi derecha, ni por qué hay dolor en esas llamas que circulan; ahora entiendo el colapso en este tramo, como si las energías no quisieran arribar a su puerta, conocedoras de algo terrible.


Me hallo, pues, en el sendero central, donde hay todavía menos espíritus que en del de la izquierda. Empiezo a sintonizar con almas que pasan junto a mí, perdiendo el sentido de la individualidad conforme me acerco a la puerta, como si me adhiriera a una energía global aún mayor. Sigo tranquilo, me acerco a mi puerta luminosa, de color verde claro y conforme mi individualidad se esparce sobre una globalidad desconocida y acogedora, alcanzo el umbral del portal; el verde claro sirve de anfitrión que apuntala la tranquilidad previa; es un entorno donde las llamas existenciales, nos detenemos ante algo, otras llamas, otros espíritus, con los que sintonizamos, interactuamos. Tras el verde claro no hay más respuestas ni más recorrido, y la individualidad perdida, empieza a recuperar fuerza y a hacerse valer al conectar con mis anfitriones en este umbral donde me hallo.


Interacciono con otras energías, familiares ya fallecidos, quienes de manera suave y cariñosa me reciben, al mismo tiempo que me exigen con firmeza que luche por volver, que aún puedo volver. Me infunden fuerza y valor, así como el conocimiento para saber volver, para saber luchar, el convencimiento para ello. Me sorprende no obstante cómo una parte de mí no quiere volver. Aquí estoy bien, me digo, me encuentro en paz. Me siguen convenciendo para que elimine esa inercia, que aún es pronto para mí, que ya llegará otro momento más adecuado. Intento averiguar qué diferencias existen entre el sendero de la izquierda y el de la derecha, porque mi camino, el central, parece que es para los que aún podemos volver, intuyo. La interacción por una suerte de telequinesis que ahora poseo no me permite conocer esas diferencias; mis interlocutores espirituales no me aportan lo requerido; insisten en que vuelva. ¿Y si vuelvo y cuando muera de nuevo me colocan en el sendero de la derecha, donde hay tanta intranquilidad? Me tranquilizan, mis espíritus allegados me confortan ante ese temor, me hacen saber que mi sendero hubiera sido el de la izquierda, pero que haga un último esfuerzo por volver. No quiero volver sin saber qué ocurre en el camino de mi derecha, pero mis esfuerzos son en vano. 

--------- Hay un hombre prácticamente encima de mí; me golpea el pecho una y otra vez. No entiendo nada. Se ríe cuando lo miro. Otro hombre, al lado, habla desde un móvil. No entiendo las palabras ni los gestos de estas personas. Van uniformados. Siento, ahora sí, dolor, cansancio y calor. Y sed, mucha sed.


Me despierto nuevamente, en el interior de una ambulancia. Hay enfermeros a mi lado, y me hacen preguntas, para ver si me acuerdo de quién soy. Me acuerdo. Me dicen que unos ciclistas me encontraron y me reanimaron, al mismo tiempo que llamaban a las asistencias. Has tenido suerte, me dicen, tuviste un paro cardíaco y en menos de 5 minutos, te encontraron y te reanimaron. Iban detrás tuya. ¿5 minutos nada más han pasado? Pero si he notado procesos de descomposición que precisan de más tiempo...No me lo explico.


Me inquieta y me atrae, de forma contradictoria, el hecho de que durante mi experiencia, siempre me sentí yo. ¿Qué soy yo? Mucho más que mis pensamientos o mi memoria, y por supuesto, mucho más que mi cuerpo. No obstante, no me tranquiliza la aventura que he pasado. ¿Y si todo forma parte de estrategias del cerebro ante la falta de oxígeno o de riego?¿Y si todo es una alucinación que deriva precisamente de ello? Todo fue tan real como he detallado en este escrito...¿Lo puedo llamar de veras real? ¿Qué es la realidad?


No soy el mismo. No dejo de pensar en lo sucedido. Me he aislado. Desde entonces, tengo sueños inquietantes donde en las últimas escenas me veo en la senda de la derecha, con otras almas atormentadas, furiosas, intranquilas, mientras me encamino hacia la puerta rojo volcán con verdadero horror. Son sueños parecidos entre sí, que finalizan invariablemente cruzando la puerta roja con pavor por mi parte, despertándome violentamente en ese momento.


Hay días donde no distingo ya mis sueños de mi realidad o de mis recuerdos, no sé si mis experiencias han sido sueños o han sido vivencias en las que vuelvo a morir por la noche, y de alguna manera, una vez cruzo la puerta roja me devuelven a esta vida. A veces pienso que la senda de la derecha está destinada a seres atormentados que no saben vivir tras la primera experiencia, la de la senda central, y experimentan una y otra vez el camino de la derecha a través del mundo onírico. Se mezclan sueños, experiencias cercanas a la muerte, y miedos particulares, y me pregunto cuándo acabará este infierno. Llevo meses así. He enloquecido. Me he obsesionado con la cuestión de qué hay tras cruzar esa puerta, y no atiendo a otras cuestiones.
No puedo más. Decido quitarme la vida, pues ahora mismo soy eso precisamente, un muerto en vida. Sin arrebatos, sin impulsos, pero ciertamente neurotizado con la duda de la senda de la derecha, me ahorco con deseo, sin pena; estoy obsesionado con mis sueños y la senda maldita me repele y me atrae...¿Qué hay tras ella? Estoy convencido de que tras un suicidio acabaré conociendo qué hay al final de esa puerta volcánica.
Siento la presión de la cuerda, la siento hundirse en mi cuello, y me relajo en pos de la búsqueda de respuestas, harto de todos estos meses atrás donde no veía otra salida que mi muerte voluntaria. Vuelvo a ubicarme en otra dimensión, vuelvo a verme a mí mismo suspendido de una cuerda colgada a la lámpara del techo. Vuelvo a sentir paz y relajación. Vuelvo a caer a un vacío. 

----- Todo va algo más rápido que la primera vez, o esa es mi impresión, pues el tiempo ha dejado de ser un parámetro. Me impresiona que mantenga la memoria una vez perdida la vida, pues lo vivencio como hechos ya vividos en otro momento, un extraño deja vu. Sigo siendo yo de nuevo.


Aparecen los caminos, ahora me hallo otra vez frente a las tres sendas, recordando (otra vez la memoria) que no soy yo el que las elige. Me llegan certezas lejanas que me apartan de mi senda anhelada; voy a la senda de la izquierda, tal como preconizaron los espíritus de mis familiares. Intento interactuar, pedir auxilio, que alguien me saque de aquí...Imposible conectar con nada o nadie. La tranquilidad que me acompaña es máxima, pero no logra que me olvide de mi anhelo, el saber qué acontece tras la puerta rojiza. Intento rebelarme ante esta imposición, pero resulta estéril. Trato de expresar que me he quitado la vida precisamente para conocer el misterio de esa puerta. A pesar de que estoy como sedado, noto que me arrebatan todas las dudas que motivaron mi muerte, haciendo que entre en un nirvana impresionante donde prácticamente acepto todo. Mi yo se va perdiendo.


El destino continúa post mortem, me digo. Mi destino era esta senda y esta puerta clara, independiente de lo que haga en vida. Es la última ráfaga de información que adquiero como yo mismo. Llego a la puerta, con su color blanco claro, la atravieso embriagado de algo parecido a una felicidad extasiada plena, al tiempo que pierdo absolutamente toda mi individualidad y me diluyo para siempre en un infinito inabarcable.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO